1. ¿Qué implicación tendría una recesión en el valor de los principales activos financieros: renta variable y renta fija?
Bastante baja y claramente menor que el impacto en precio que muestran tanto los activos de renta fija tradicionales (entre el -10 y el -15% en el año), como los activos de renta variable (entre el -15% y el -25% en el año). En el caso del primer activo de referencia, el impacto es entre neutro y positivo, ya que las recesiones suelen ir acompañadas de una caída en las expectativas de subidas de tipos y un allanamiento de la curva que, en definitiva, implica a un menor tipo de descuento para los cupones y el principal que se percibirán en el futuro. El efecto negativo, obviamente, proviene de los bonos corporativos, porque los de mayor calidad suelen compensar la caída de las curvas soberanas con la ampliación de los diferenciales de crédito, mientras que, en las emisiones de las empresas más especulativas o endeudadas, la ampliación en el diferencial de crédito es generalmente superior a la compresión de las curvas, lo que puede hacer que este subactivo caiga en escenarios de recesión. Sin embargo, la realidad es que este subactivo en concreto ya ha descontado parcialmente una recesión acumulando caídas medias del 20% tanto en Europa como en Estados Unidos y pensamos que, en todo caso, es un activo que empieza a ser atractivo pagando TIR superiores al 7% en EUR y al 9% en USD.
¿Y en la renta variable? De nuevo, un impacto menor del que se está descontando. Al fin y al cabo, el valor de una compañía no es más que la suma de todos los flujos de caja que esta generará en el futuro; dicho de otro modo, los beneficios normalizados llevados al día de hoy. Si tenemos en cuenta que históricamente el mercado paga alrededor de unas 15 veces los beneficios normalizados, podemos inferir que uno o incluso dos años con malos resultados de beneficios (en una trayectoria ascendente en el largo plazo) tiene poco impacto. En recesiones normales, los beneficios empresariales no suelen caer más de un 20-30% con recuperaciones rápidas. Incluso asumiendo dos años con beneficios mundiales deprimidos un 30%, el impacto equivalente en el valor intrínseco de las compañías sería menor de un 6%, suponiendo una conservadora tasa de descuento del 10%.
Así pues, el impacto que tiene una recesión normal en la valoración de los principales activos financieros tiene poco que ver con las caídas de máximos a mínimos que ha sufrido el S&P 500 y que mostramos a continuación. De hecho, lo que vemos es que cuando Estados Unidos ha entrado en recesión, a consecuencia de un endurecimiento de la política monetaria y no por un choque externo ni por el estallido de una burbuja, las caídas acumuladas en estos índices son por término medio ligeramente menores que las que ya hemos sufrido en el año en curso.
Y hablamos de una recesión normal, ya que pensamos que, en caso de entrar en recesión (lo que tampoco está garantizado), esta debería ser leve dado que tanto la salud financiera de las familias como la de las empresas se mantiene buena con niveles de endeudamiento claramente menores a los de la gran crisis financiera de 2008.