Marzo fue un mes de mucha volatilidad motivada por las incertidumbres y los miedos generados ante una posible crisis bancaria y de confianza en el sector financiero tras la liquidación de varios bancos regionales americanos y el contagio del sector en Europa, que finalizó con la adquisición de Credit Suisse por parte de UBS, a pesar de que los principales índices bursátiles lograron finalizar en positivo en el mes.
Las autoridades monetarias apoyaron al sector bancario con sus discursos, reduciendo los miedos de una nueva crisis bancaria. Así, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, comunicó que el BCE haría todo lo necesario y que la institución está plenamente equipada para proporcionar soporte de liquidez al sistema financiero en caso de ser necesario. La Reserva Federal, por su parte, salió en defensa del sector bancario y concretamente de los clientes afectados por las entidades liquidadas; a su vez, ofreció liquidez a las entidades flexibilizando y relajando las condiciones para acceder a préstamos a 90 días.
En este entorno de inestabilidad se produjeron las reuniones de los Bancos Centrales, los cuales no defraudaron a las expectativas iniciales y subieron tipos según lo previsto. El Banco Central Europeo subió de nuevo 50 puntos básicos, situando la tasa de depósito en el 3%. La semana siguiente le tocó el turno a la Reserva Federal que subió 25 puntos, situando el rango de tipos en 4,75% – 5,0% con un mensaje tranquilizador por parte del presidente de la Fed, indicando que ofrecería toda la liquidez necesaria durante el presente año.
Conocimos el dato de inflación interanual de la Eurozona, que se situó en un 8,5%, bajando una décima con respecto al mes anterior. El tono más negativo vino del dato subyacente, el cual excluye los productos más volátiles como la energía y los alimentos frescos en sus cálculos, y que subió a un nivel récord situándose en el 5,6%. Ambos datos están lejos del objetivo de la inflación del Banco Central, que es de un 2%.
En clave macroeconómica y previsiones, se espera un crecimiento débil para el 2023, tanto en los Estados Unidos como en la Eurozona. El riesgo de recesión existe debido a las políticas monetarias que se están implementando por parte de los Bancos Centrales para reducir la inflación a niveles objetivos de una manera sostenible y amplificada por la crisis financiera.
Por lo que se refiere a China, después de un débil crecimiento en 2022 debido a las políticas de COVID cero, los desafíos en el sector inmobiliario y el precio más alto de las materias primeras, se espera que su crecimiento mejore de ahora en adelante por el soporte de las políticas y la reapertura de la economía. No obstante, hay que tener en cuenta los riesgos de una desaceleración en las exportaciones debido a una demanda mundial más débil.
En lo que respecta a las materias primeras, durante el mes vimos el repunte del precio del Brent, que se situó en niveles elevados a pesar de cerrar por debajo del nivel máximo del mes. El crudo repuntó durante el mes debido a las previsiones de mejora de la demanda por parte de China y los rumores, que se confirmaron a posteriori, que la OPEP pudiera recortar producción.
La divisa también sufrió volatilidad, el cruce euro contra dólar se movió en un rango de 1,0545 a 1,0905, cerrando el mes en 1,0839.