Educación financiera

Qué es mejor, ¿invertir en bolsa o en fondos de inversión?

Esta es una pregunta que suelen hacerse muchos clientes cuando valoran diferentes alternativas de inversión.

Si estás empezando a dar tus primeros pasos en el mundo de las finanzas esta entrada en el blog te puede venir bien.

Lo primero que debes hacer es conocerte a ti mismo. Pregúntate ¿qué nivel de riesgo quiero asumir?, ¿qué conocimientos sobre mercados financieros tengo?, ¿qué disponibilidad tengo para seguir efectivamente los mercados de valores?

Sé sincero contigo mismo. Este análisis interno te dará las primeras respuestas sobre si debes invertir en acciones o en fondos de inversión. Si tu conocimiento de la bolsa es limitado y no tienes un conocimiento experto, tal vez invertir por tu cuenta en acciones no es la mejor decisión.

Sin embargo, en la inversión en fondos delegas en profesionales la gestión de los activos que componen determinado perfil de inversión en el cual tú encajas.

La segunda cuestión que debes preguntarte es si necesitas ingresos periódicos de la inversión realizada o no.

Hay quien opina que una de las ventajas de la compra de acciones es que se pueden conseguir beneficios sin retirar la inversión a través del cobro de dividendos. Ahora bien, para ello debe elegirse una compañía solvente que reparta dividendos de forma recurrente.

También es verdad que esta ventaja no es exclusiva de las acciones ya que existen fondos que también distribuyen dividendos, aunque la mayoría los acumulan en el valor del fondo.

La tercera pregunta que necesitas hacerte es qué nivel de liquidez necesitas en caso de una urgencia. En otras palabras, cuán fácil es convertir la inversión en dinero líquido.

En este caso, las acciones son más fáciles de hacer efectivas que un fondo de inversión. Puedes vender las acciones al momento mientras el mercado de valores al que esté adherido ese valor esté abierto.

En el caso de un fondo de inversión la liquidez no es inmediata (pueden pasar entre 1 y 5 días hasta tener el dinero en la cuenta corriente), y en algunos casos se requiere de una ventana de liquidez (es el caso de algún fondo de inversión garantizado en que se determinan fechas o hitos para hacerse líquidos sin comisiones de reembolso ni penalizaciones).

Un cuarto tema a tener en cuenta tiene qué ver con tu forma de obtener tu rentabilidad. No es lo mismo obtener la rentabilidad de tu cartera a través de sucesivas compraventas de valores (obtención de plusvalías netas por comprar y vender valores), que a través de una o varias aportaciones a un fondo de inversión, donde casi puedes olvidarte de que está ahí hasta el momento en que decidas recuperar la inversión al cabo de unos años.

En quinto lugar, debes preguntarte en función del país donde residas, si lo que te importa es cómo afecta a tu fiscalidad. En otros países, una de las principales ventajas de los fondos de inversión es que las plusvalías del fondo o el traspaso de un fondo a otro fondo no tributan, de modo que se difiere el impacto fiscal hasta el momento del reembolso definitivo. En el caso de las plusvalías por la compraventa de acciones tributas cada año, al igual que por los dividendos recibidos.

Y finalmente, debes tener en cuenta que la decisión de invertir entre fondos de inversión o bolsa no es excluyente. La diversificación es una de las reglas de oro de la inversión. Es totalmente compatible tener una parte de nuestro patrimonio en fondos y otra en acciones u otros activos de renta variable o fija, siempre teniendo en cuenta los riesgos que comporta la inversión en unos o en los otros según tu perfil inversor.

Quiero acabar este artículo con tres consejos que me dio mi abuelo cuando era pequeño y que son perfectamente asimilables a las finanzas personales:

  1. Todo éxito es cuestión de constancia”: constancia, preparación, dedicación y paciencia.
  2. “No pongas todos los huevos en la misma cesta”: diversifica. Lo mejor es tener varios objetivos financieros, con diferentes horizontes temporales.
  3. “Actúa con sentido común”: la imaginación exagera, la razón subestima, el sentido común modera. Asume riesgos razonables.

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