Mercados al borde de un ataque de nervios
Experts | 01.10.2018 | Aleksandra Tomala
Este verano Airbnb, la plataforma estadounidense de alquileres turísticos, lanzó un concurso interesantísimo, en que se podía ganar una estancia de una noche en la torre de vigilancia de la Gran Muralla China (más una cena, un concierto de música tradicional y una clase de caligrafía). El concurso consistía en redactar un texto sobre la abolición de las barreras culturales.
Pues menos mal que me enteré tarde, ¡porque a lo mejor me habría lanzado a escribir! Resulta que Airbnb retiró el concurso una semana después de anunciarlo, debido, según la propia empresa, a las críticas que había levantado. Aparentemente, el concurso incrementaba el riesgo de la degradación de la fortificación china. Hmm… el premio se ofrecía a cuatro viajeros más un invitado por ganador, o sea, ocho personas en total. Me cuesta considerarlo como una amenaza para la Gran Muralla, que lleva ahí más que dos mil años con doce millones de visitantes al año.
¿Entonces, algún otro motivo? Pues parece que sí: las autoridades chinas informaron en un comunicado que no habían concedido permiso a Airbnb para llevar a cabo esta campaña. Automáticamente pensé que es bastante lógico que Beijing, en respuesta a las tarifas, complique la vida a las empresas americanas instaladas en el país (o a las que quieren instalarse). El caso de Airbnb sería un ejemplo gracioso e inofensivo, pero hay muchas más compañías picando a la puerta china; basta con mirar a las grandes: las tecnológicas (Facebook, Google) o los servicios de pago (Visa, Mastercard), y aparte de estas, las que ya están ahí: Apple, que ensambla en China la mayoría de los iPhones, o General Motors, que fabrica ahí más coches que en Estados Unidos. ¿Qué pasa si el gigante asiático empieza a ponerles pegas?
Por eso creo que el S&P 500, de momento sostenido por una brillante temporada de resultados, en caso de una escalada del conflicto no se quedará inmune.
Volviendo al caso de Airbnb, otra opción es que la guerra comercial me tiene obsesionada y que esta historia no tenga nada que ver con ella (simplemente Airbnb se pasó pensando que podía convertir la Muralla China en un hotel). Es totalmente posible, dado que es la disputa comercial que nos está fastidiando la estrategia para este año. Me cuesta recordar un periodo parecido en la historia financiera: la economía en expansión y los mercados al borde de un ataque de nervios, condicionados por un solo tema.
Aun así, los fundamentales nos siguen diciendo «Compra». Nos aferramos a los activos que han sufrido excesivamente (Europa, emergentes, crédito), completándolos con algunos refugios (oro, yen). Sigo pensando que la guerra comercial puede finalizar en un inesperado tratado de paz, al igual que pasó con el conflicto con Corea del Norte. ¿Timing? Posiblemente, cerca de las elecciones midterm (el 6 de noviembre) es cuando los emergentes puedan volver a gracia de los inversores. Porque desde el año pasado, cuando lo hicieron tan bien, los fundamentales tampoco han cambiado tanto —el PMI ha retrocedido de 52,2 a 50,8, es decir, 1,4 puntos. En el caso contrario (una escalada de tensiones), tendremos que hacernos una pregunta incómoda, aunque necesaria: ¿Puede la guerra comercial acabar con el ciclo actual?
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