La Paradoja de Olbers
Experts | 15.06.2020 | Tomás García-Purriños
En una noche perfecta podríamos ver unas 2.500 estrellas. Es prácticamente oscuridad, si tenemos en cuenta que en el Universo observable habrá unas 70 mil trillones. Pensándolo bien, es extraño. Si el universo es infinito y tiene infinitas estrellas: ¿por qué vemos el cielo por la noche tan oscuro?
En 1823, Heinrich W. Olbers popularizó esta paradoja. Según sus cálculos, la tierra debía recibir una luz equivalente a 50.000 veces la del Sol. No fue el primer astrónomo en planteárselo. En 1610, J. Kepler argumentaba así que el universo era limitado, aunque esta afirmación no coincide ni con las observaciones, ni con los modelos actuales.
La teoría de la relatividad resuelve el problema. El universo se expande y la luz de las estrellas más distantes llega atenuada. Además, el universo existe desde hace una cantidad finita de tiempo y sólo podemos ver una región finita del mismo (estrellas situadas a menos de 14 mil millones de años luz). Y es que, a veces, todo es una cuestión de percepción y de tiempo.
Existe cierta sensación de que los mercados financieros han recuperado, eufóricos, desde los mínimos de marzo, desconectándose de una terrible realidad económica.
No es cierto. Si los mercados están brillando tanto, ¿por qué más de la mitad de las acciones del S&P 500 sigue a más de un -20% de los niveles de febrero?¿Por qué la renta fija corporativa de alto rendimiento sigue un -10% en el año?
El rebote no ha sido generalizado ni por clase de activo (han recuperado bolsas, no tanto otros activos), ni por geografías (el Eurostoxx continúa a más de un -20% de sus máximos del año), ni por sectores (tecnología en positivo, pero bancos o energía casi un -40% en el año), ni por factores (calidad o crecimiento en positivo frente al mal comportamiento de value).
Respecto al sentimiento, no podemos hablar de euforia. El ratio alcistas/bajistas de la encuesta AAII, por ejemplo, muestra pesimismo y las posiciones cortas especulativas en futuros del S&P 500, están en máximos de 5 años.
Gráfico: Encuesta American Investors: Alcistas / Bajistas
Es lógico: hay muchas razones para la cautela. Entre ellas: valoraciones ajustadas, macro débil, incertidumbre comercial, tensiones internas en Estados Unidos, vuelta del Brexit, discrepancias en países de la UE, etc. La probabilidad de que un evento inicie nuevas caídas es elevada. Así cotiza, por ejemplo, en el oro, el skew o la volatilidad esperada de la renta variable.
Por lo tanto, en general, los mercados financieros siguen dejando un cielo oscuro, en línea con la publicación de los indicadores económicos coincidentes. Es bajo este escenario donde podemos asegurar que los buenos observadores pueden encontrar estrellas.
Los indicadores económicos de alta frecuencia muestran una notable recuperación, que ya se refleja en algunos índices más adelantados (como los de sentimiento de consumidores o empresariales). Muchos países retiran las medidas de contención más rápido de lo esperado sin incrementos significativos de contagios.
Así, es probable que hayamos dejado atrás lo peor. Aunque esto no significa que lo que venga tenga que ser necesariamente bueno.
Por eso mantenemos nuestro “optimismo cauto” y seguimos invertidos aunque algo infraponderados en renta variable. En términos de rentabilidad/riesgo, seguimos viendo valor en la renta fija corporativa de grado de inversión. Además, en este entorno de tipos de interés reducidos, probablemente por un tiempo muy prolongado, vemos cada vez más sentido a las estrategias de generación de rentas, siempre con foco en la sostenibilidad de las mismas.
Por lo tanto, no hacemos cambios significativos (véase nuestro editorial de mayo: “Titusville, Pensilvania”), con convicción de que:
- Nuestro posicionamiento optimista y paciente, esperando una recuperación, será recompensado en el largo plazo.
- La diversificación por fuentes de retorno (no por clase de activo) es esencial.
- No vale todo. Este contexto de mercado dejará ganadores y perdedores.
Mientras tanto, no apartamos la vista del cielo nocturno, intentando encontrar estrellas. Pero, sobre todo, con la convicción de que, si esperamos el tiempo suficiente, amanecerá de nuevo.
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