La oportunidad de inversión que nos brindan los ODS

La oportunidad de inversión que nos brindan los ODS

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 son un plan global que se puso en marcha para promover el bienestar social, el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental. Hoy en día, los ODS son considerados una prioridad a la hora de alinear las carteras de un gran número de inversores. En esta transición hacia una economía más sostenible, justa y limpia, los gobiernos, empresas e inversores, como principales actores junto con los ciudadanos, deben contar con un marco claro que muestre las necesidades (y oportunidades) globales, además de una guía donde poder reflejar las acciones llevadas a cabo y su importancia.

En este sentido, los ODS permiten fijar, desde un lenguaje común, unos objetivos donde poder emplear los recursos limitados con que contamos. El desarrollo sostenible pretende que el consumo de recursos se lleve a cabo con vistas a poder continuar haciéndose en el futuro y, para ello, se deben emplear los recursos del planeta allí donde son realmente necesarios y con la mayor eficiencia a nuestro alcance. La sociedad necesita de una guía para ser eficiente en sus acciones y ser valorado por ello.

Una vez comprendidos los objetivos, alcanzarlos necesita de una importante movilización de capital, público, pero principalmente privado. Serán entonces las empresas alineadas con estos objetivos las que ofrezcan las soluciones a los desafíos existentes, organizaciones con un vector de crecimiento más claro hacia el futuro que aquellas que impacten negativamente en esta meta común.

Para alcanzar estos objetivos en un momento en que los mercados financieros ya consideran la integración de las métricas de sostenibilidad en sus estrategias de inversión, el crecimiento de la inversión sostenible resulta clave. Sin embargo, el año 2023 resultó complicado en cuanto a los flujos de inversión sostenible, principalmente por el efecto de la subida de tipos en los nuevos proyectos de energías renovables y por la politización de algunos enfoques ASG en EE.UU. Sin embargo, si se atiende a las políticas climáticas iniciadas en diferentes países como el fuerte apoyo mostrado con leyes como el Inflaction Reduction Act americano o el Net Zero Industrial Act europeo, y a la concienciación cada vez más asentada entre consumidores, empresas y el propio sector financiero, se prevé un pronto regreso de flujos de capital hacia la inversión sostenible.

Ese desarrollo sostenible es el que permite un camino de crecimiento a la sociedad, sin permitirnos olvidar el concepto de planeta limitado. Un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad con una meta de mejora común.

La economía de mercado no es como la geopolítica u otros sistemas económicos anteriores donde se contabiliza por ‘suma cero’. Hoy, la economía global en que vivimos ha demostrado ser capaz de mejorar los indicadores globales sin que nadie pierda. Así ocurrió con los Millenium Development Goals y estaba sucediendo con los ODS actuales, hasta que graves crisis internacionales como la última pandemia o la crisis energética tras la invasión de Ucrania entorpecen el éxito de los esfuerzos llevados a cabo, retrasando algunas metas buscadas.

En estos últimos años hemos observado mejoras en ciertos Objetivos, con ejemplos como la instalación récord de tecnologías limpias, la duplicación de los océanos protegidos desde 2010, o el aumento en la representación femenina en parlamentos de varios países. Sin embargo, otros casos se ven retrasados, como la desigualdad peligrosamente creciente, un 26% de la población afrontando inseguridad alimentaria, una biodiversidad en peligro, o un mundo que continúa calentándose. De ahí que Naciones Unidas titulara esta década como una “Década de Acción” para los ODS.

Esta estructura que conforman los ODS sirve para colocar las piezas que construyen nuestro mundo de una manera mejor para todos, beneficiándonos en conjunto. En concreto, el inversor encuentra que, a la vez que genera un impacto positivo, entra a formar parte de unas oportunidades de negocio anuales de 12 billones de dólares, con un apoyo creciente de la regulación y una más adecuada gestión del riesgo que evita sorpresas en la actualización de valor de los activos de las empresas invertidas. Hoy son muchos los estudios que señalan la correlación positiva entre un mejor desempeño ASG y los mayores rendimientos financieros en las empresas [ver NOTA], sin olvidar el riesgo que supone no tenerlos en cuenta por multas o cambios imprevistos en la legislación, incremento de precios de carbono, etc. Orientar las inversiones hacia el avance de los ODS significa asegurar la inversión sostenible con un impacto definido, evitando posibles desviaciones empleando algunos ratings de ASG.

El equilibrio riesgo/ beneficio no tiene por qué verse comprometido en una cartera de inversión a la hora de incluir valores que integren ciertos condicionantes ambientales, sociales o de buen gobierno, permitiendo a su vez alinearse con los valores o prioridades de los inversores. Hoy en día se puede invertir en empresas alineadas con unas metas comunes como los ODS sin perjudicar los resultados, un paso más allá de la mera asimilación de los ratings ASG.

Para esto, se debe señalar que la métrica es clave a la hora de evaluar una inversión de impacto, y únicamente algunas gestoras cuentan con herramientas propias de medida, y de acceso libre, donde comparten su valoración de empresas y países respecto a los ODS.

Sería bueno recordar el comentario de Ronald Cohen, como ejemplo de inversor de éxito, cuando señalaba que, si se midiera correctamente el impacto de las inversiones, saltaría a la vista que la gestión más responsable es también la más rentable. El mecanismo de mercado ha demostrado ser la mejor herramienta en la distribución de los recursos, pero, como toda herramienta, debe sus consecuencias a quien la maneja. La aparición del inversor sostenible como figura reconocida supone un gran paso hacia una inversión con cabeza, más ordenada y con visión de futuro.

Firmado:

Cátedra Robeco en Sostenibilidad y Recursos Primarios en colaboración con Morabanc

NOTA:

Según información de Robeco, el vínculo entre sostenibilidad y rendimiento financiero en las empresas se ha basa en medio siglo de investigación académica. Un metaestudio de 2015 de Friede et al. llevó a cabo un estudio exhaustivo y cuantitativo de todo el universo de 2.250 estudios académicos publicados sobre el desempeño ESG que abarcan cuatro décadas de datos desde 1970 hasta 20141.

El análisis concluyó que los criterios ESG se correlacionaron positivamente con el desempeño financiero corporativo en el 62,6% de los estudios y arrojaron resultados negativos en menos del 10% de los casos (el resto fueron neutrales). Un estudio de 2023 analizó el desempeño de las empresas de 2015 a 2020. Los resultados fueron similares, lo que respalda la idea de que la integración de la información ESG en las operaciones corporativas y la toma de decisiones puede agregar valor que se traduce en empresas mejor administradas y un mejor desempeño financiero corporativo2.

1 Friede, G. Busch, T. and Bassen, A. “ESG and financial performance: aggregated evidence from more than 2000 empirical studies.” (2015). Journal of Sustainable Finance & Investment, 5:4, 210-233
2 Atz, U. van Holt, T. et al. “Does sustainability generate better financial performance? review, meta-analysis, and propositions.”
(2022). Journal of Sustainable Finance & Investment.

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